Archive for 2012

Aquí y así


Todavía estoy aquí, aunque no exactamente; digamos que estoy un poco más allá de lo que solía estar cuando me pasaba por aquí, por Bronterías, que es un sitio más de "ser así" que de "estar aquí". Vuelvo a escribir porque me parecía indecente no detallar mi nueva vida laboral y personal. Tampoco es que hubiera un clamor exigiendo un post; más bien, me resulta económico explicar la historia para todos, sin tener que repetirla, que es bastante coñazo contar lo mismo varias veces.

Ahora vivo en Windsor, Inglaterra, donde la reina -la de aquí, la de las gafas- tiene su chabolita. He venido a trabajar, como muchos otros que se han ido de España. En mi caso, me dedico a ver páginas web. Básicamente. Tengo que buscar una serie de contenidos en internet y catalogarlos; un nuevo trabajo, una nueva vida. No os preocupéis, que tengo intención de abrir un blog en el que describiré de forma un poco más amplia mi curro y en el que contaré las cosas extrañas que me encuentro por internet en la oficina. Que son muchas.

Con esta ya van unas pocas veces en las que he tenido que cambiar mi rutina y empezar otra de cero. De momento, lo que he aprendido es, en primer lugar, que cuantos menos trastos acumules en tu cuarto, mejor, y que, en segundo lugar, el dinero es intercambiable por bienes y servicios, pero también por fianzas para pisos, algo que no es ni una cosa ni la otra, sino más bien un coñazo.

No sé quién me comentó en alguna de las despedidas de hace dos semanas que empezar de cero no sólo tiene lo malo de las fianzas, que un nuevo comienzo está bien porque puedes fingir ser otra persona. He sopesado varias opciones, entre ellas, hacerme animista; podría ser un vegano adorador de las manzanas que todavía penden de las ramas del árbol. O ser supersimpático, el hombre más afable del universo, simpático hasta el paroxismo, de ser tan simpático que le das toda la vuelta a la simpatía y a la gente le acaba pareciendo que eres un capullo de campeonato. O también tomar el camino gangsta de la vida, como me dijo la Lourdes que no hiciera -es una gran fan de que su hijo no acabe en líos "de putas y drogas", cita textual-.

Pero este va a ser mi octavo otoño fuera de casa; lo de las putas y las drogas, pues no. No me da por hacer grandes cambios, creo que ya me he quedado así y así voy a seguir por aquí.

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Principio de Peter


Que no lo sé todo es algo que no es nuevo para cualquiera que me conozca; además, los que me conocen bien saben que ni siquiera lo ambiciono. Resulta que hoy, como prueba de ello, he aprendido una cosa bien bonita: el Principio de Peter. En este enlace a Wikipedia se explica de forma clara.

Es posible que algunos ya lo conozcáis; voy a explicarlo de manera muy breve. Laurence J. Peter dijo hace bastante tiempo que los empleados ascienden y progresan en la jerarquía de la organización o empresa en la que trabajan hasta que alcanzan su nivel de incompetencia. Chulo, ¿eh?

Office of Scientific Intelligence

Con la que está cayendo, poco importa que te asciendan o no: el nivel de incompetencia es 0, tener un trabajo es lo suficientemente desafiante. Pero la idea del Principio de Peter, que ha esgrimido hoy el expresidente del Consejo de Administración de Caja Mediterráneo (CAM) Modesto Crespo, sirve para muchos momentos de la historia y para muchas personas que la han habitado. Además, me llena de preguntas, que supongo que es la parte más interesante de esta entrada poco interesante.

¿Qué llevaría a una persona a ver que ha alcanzado el cénit de incompetencia? ¿Cómo se le queda el cuerpo cuando pasa? ¿Es capaz de seguir yendo al baño con normalidad? ¿Se deprime, le deja su pareja y empieza a beber vino del brick? ¿Me estará pasando a mí? ¿Te estará pasando a ti, querido lector ocasional? ¿Qué hay después de ese punto? ¿Por qué los zepelines tenían forma de pepino volador?

No somos capaces de todo, pese a que Hollywood se empeñe en hacernos creer lo contrario. En el fondo, son los límites los que nos ayudan a ser conscientes de que somos un todo, con un principio y un final. Y las mejores historias, como ya he escrito en otras ocasiones -perdón por iterarlo-, tienen un buen final.

Conocer nuestros límites. Aunque cada día se vayan expandiendo; como en mi caso, que hoy, con el asunto del Principio de Peter, he aprendido una movida más.

(Imagen de JD Hancock - Flickr)

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