Archive for diciembre 2011

Estadísticas de internet II. Hoy: estocástica del follisqueo


Perdón por utilizar una palabra tan fea en el titular, así llamo vuestra atención y hago que leáis otra birria de entrada. Resulta que en uno de mis muchos viajes por internet he llegado a Badoo. No, no tengo cuenta ahí. Todavía. Pero mi paseo me ha hecho darme cuenta de que hay un montón de gente que sí tiene un perfil. Exactamente, 132.873.751 personas -y subiendo- la última vez que he mirado el contador que aparece en la parte superior de la página; 11 de ellos también están entre mis 283 amigos de Facebook. Porque claro, si vinculas tus cuentas de las redes sociales, pues pasan estas cosas. Pero vamos, que no voy a hacer coñetas porque es algo completamente normal; de hecho, me gusta que se hayan hecho una cuenta.

La versión española de ese maravilloso invento llamado Wikipedia dice en la entrada de Badoo que la plataforma “es una de las 300 webs más visitadas del mundo” y que tenemos 16 idiomas para hablar con esos más de 130 millones de personas de 180 países diferentes. Y la respuesta es: sí, existe badoo.com/dating/china/. Por cierto, que es una red social de las de conocer a gente, que no lo había dicho. Una entre las bastantes que hay.

Push button for sex

El 29 de enero hice esta noticia. Me comentaron que Badoo tenía en España 6 millones de usuarios. Una auténtica barbaridad. Gigantesca barbaridad. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), durante el año 2010 hubo 170.815 matrimonios en España. Puede que en total haya más de 6 millones de personas casadas en España. Pues imaginaos las vicarías llenas de unos eventuales 3 millones de parejas más.

Imposible, eso nunca va a pasar, es cierto. Pero paraos a pensar en los 6 millones de personas que tienen una cuenta. Hombre, puede que sean menos, es verdad, pero aún así son una legión de personas que quieren -aquí vienen tres símiles aptos para todas las edades- hacer casa en el parchís, que quieren meter el trozo de pan en la fondue, que quieren preguntarle la hora a un viandante. O no, vamos, que allí la gente hace y dice lo que quiere. También pueden ir a hacer amigos; aquí no prejuzgamos a las personas ni a los bytes.

Habrá algunos que buscarán algo más romántico para sus vidas; otros, simplemente lo que les puede aportar una noche con alguno de los usuarios; otros, movidas en plan leather o algo así. Otros, amistad, vale. Pero a las claras queda que, al margen de lo que quiera o busque u opine yo, internet ha vuelto a demostrar que, gracias a él, la oferta y la demanda se encuentran. En esta ocasión, con erótico resultado.

Ya, la frase del final era fácil.

(Imagen de Chris Chan, "crazytales562" - Flickr)

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La Holanda de Adele


Como hoy me he cogido fiesta, os voy a deleitar con otra entrada en el blog, la segunda en menos de una semana. Me ha surgido a colación de un tweet que publiqué esta semana en el que explicaba lo llamativa que me parece una de esas movidas que suceden en internet. El fenómeno en cuestión es un vídeo de Adele en el que canta "Someone Like You" durante una gala. Que ya ves tú.

No es ni su mejor vídeo ni la mayor obra de arte que ha visto la historia de YouTube, tampoco es la releche más molona desde que se creó internet; es otro ejemplo de lo ancho que es el mar. Pues bien, en el tweet decía que el vídeo, ese vídeo, esa canción, había tenido 72 millones de reproducciones. En menos de una semana, esa cifra ha subido un millón hasta los 73 millones de visitas. Para que se pueda hacer una comparación, estoy escribiendo esto en Sigüés, la localidad pirenaica en la que nació mi padre, que a su vez está muy cerca de Esco, pueblo en el que nació mi madre y que Franco decidió vaciar. Resulta que en Sigüés, ahora mismo, estamos menos de 100 personas, "menos de 70" según mi padre.

Adele Vector Portrait

Ya sé que me vais a decir "pues 73 millones de visitas no es tanto: mi página tiene más" -por favor, leed esa frase con entonación de mala baba-. Pues no. Sentémonos a pensar. Es cierto que cada una de esas visitas no es una persona, yo he visto el vídeo unas 3 ó 4 veces y no cuento como uno sino como 3 ó 4 clicks. Asumamos, por poner un número, que la gente lo ha visto una media de 4 veces (habrá un puñado de frikis que lo habrán visto 100 veces y miles de personas de a pie que sólo se habrán pasado una vez por allí). Si dividimos 73 entre 4, el resultado es que el vídeo, según la Regla Mágica del Doctor Bronte, lo han visto 18,25 millones de personas. Una vez más, recuerdo que es una suposición, que no sé las estadísticas concretas de reproducción que tiene YouTube ni esta pieza en concreto.

Según la CIA, Holanda tiene una población de 16,8 millones de personas, un millón y pico menos que toda la gente que, según la Regla Mágica del Doctor Bronte, ha visto el vídeo de Adele. Si cada click fuera una persona, el vídeo lo habría visto más gente de la que hay en países como España, Italia, Reino Unido o Francia; 73 millones es el 14 % de la población de la Unión Europea, según las mismas fuentes.

Hemos llegado al punto al que os quería llevar: imaginaos ahora que Holanda estuviera llena de Adeles. Adele por aquí, Adele por allá... "Hola Adele - hola Adele, cómo estás - venía a por la baguette de todos los días - muy bien, son 1,10 Adeles" etcétera, etcétera, etcétera. Ni Casa de Orange-Nassau ni leches: allí reinaría Adele y presidiría el gobierno Adele. Todas las personas serían Adele. Todas, sensibles y polifónicas ellas.

Así que, señoras y señores del jurado, cuidadín. Como a todos los músicos, la piratería le hace daño a Adele. Bueno, le hace más daño el asunto este que ha afectado a su garganta, tal y como explicó Efe hace una semana. Pero la chica comenzó colgando sus canciones en MySpace. El vídeo de YouTube del que llevo escribiendo unas cuantas líneas ha sido reproducido 73 millones de veces, lo que podría mover a mucha gente a ir a sus conciertos, especialmente después de ver el chorrazo de voz que tiene en directo. Además, tal y como recogió Efe, su último álbum, "21", la ha convertido en la artista con más descargas de iTunes en Europa. Cuestionar lo que ha hecho internet por el futuro de esta señorita y de muchas otras personas está perseguido por las leyes de la Holanda de Adele.

(Imagen de "Vectorportal" - Flickr)

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French spoken here

Entre las pocas virtudes que tenía de chiquillo, hablar francés era una. Tengo varios papeles que acreditan todo lo que estoy escribiendo, que conste. Sin embargo, en los últimos años me he interesado más por el mundo anglosajón y en mi viaje a París he corroborado que entiendo a la gente pero que me siento más cómodo hablando en inglés. Siempre me ha gustado más.

Pero todo eso da igual. Historia verídica: cuando iba en el RER de Versalles hacia París, resulta que se me cayó el Samsung Galaxy –véase, mi teléfono con todas mis cosas que, por lo tanto, vale lo mismo o más que yo-. Aquí salgo posando con él en la App Date de octubre. Os adelanto que lo sigo teniendo porque una mujer muy amable lo recogió y me lo dio. Ella no era francesa y avisó a un lugareño que tenía detrás de mí para que me pellizcara porque no le oía cuando me llamaba, yo tenía los cascos puestos. Todo acabó con un “oh, merci” que bien podría haber sido un “mecagüen el copetín, muchas gracias maja, me acabas de salvar la vida”, seguido de un besico en la frente. En otros capítulos os explicaré cuán importantes son los trastos tecnológicos para mí, algo que podéis adivinar en el presente párrafo.

paris in b&w 3

De cualquier modo, el movris acabó en mis manos sin intercambiar palabras. No fue en francés ni en chino ni en inglés ni en castellano, pero las tres personas fuimos capaces de organizar un pedazo de Tratado de Versalles de la leche; Wikipedia dice que ha habido otros seis, pero eran bagatelas en comparación con esto. En fin, que el episodio en general es, desde el punto de vista comunicativo, un escenario win-win. Un prodigio de la semiótica. A buen entendedor, pocas palabras bastan.

Final feliz, sí, pero los tres habríamos acabado hablando en francés si me hubiera quitado los cascos, lo que me habría dado mucha vergüenza. Me acabaría acostumbrando, claro, si tuviera que emigrar, tal y como están haciendo muchos miles de jóvenes españoles. Esa gente ha puesto un cartel en sus chiringuitos que reza “French spoken here” o algo parecido para demostrar que siempre hay un plan B, muy importante si el plan A sigue haciendo las cuentas en pesetas y cree que internet sólo sirve para el porno. Afortunadamente, el ser humano es bueno y devuelve a sus dueños los móviles que se suicidan desde los bolsillos de los turistas. Afortunadamente también, podemos decir muchas cosas con y sin palabras; espero que eso no nos lo quite ningún cartel ni ningún exilio.

Gracias, Cris, por hospedarme. El euro resistirá. Y si no, pues ya nos buscaremos la vida.

(Imagen de "opethpainter" - Flickr)

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